Con flores a la Misericordia. Caducan a las 20 horas
Adiós a las fallas del 14,
las fallas de las secciones falleras y aquellas en las que, casi todos, han
podido lucir banderín, aunque ello no suponga una mejora en la calidad de las
mismas ni en la de la fiesta en general.
Todo se convirtió en humo la
noche del diecinueve de marzo y tras la oscuridad de la noche, aclarada por la
luna clara, apareció la ciudad de Burriana limpia, algo loable y normal tras
una noche en la que la actividad de los servicios públicos había realizado un gran esfuerzo para que el
regreso de los estudiantes a sus centros educativos se llevara a cabo con total
normalidad.
El celo de limpiar todo
rastro de las fallas era tanto que a las ocho de la mañana ya no quedaba resto
alguno de los centenares de ramos de flores que los burrianenses habían
ofrendado a los pies del tapiz que se había confeccionado en honor a la patrona
de nuestra ciudad.
Arrancada la moqueta y
retirados los estantes en que se colocaron los ramos, las canastillas y las
picas florales, tan solo quedaba la estructura del tapiz elaborado afanosamente
por Juan Dualde, pero le quedaba poco, en breves instantes se iniciaría el
proceso de desmontaje con esa acertada estructura que este año se había
preparado y que deba un aire más ágil que el andamio que antaño se montaba para
la misma finalidad, sin embargo, mismos pecados y mismos errores.
Hace unos años, a la salida,
más o menos de la misa matutina, una gran cantidad de personas ante la falta de
control de las autoridades locales se encargaban de llevarse los ramos que
otros había ofrecido a la Virgen de la Misericordia y que habían pagado para
ornamentar la imagen que durante cuatro o cinco días preside nuestra plaza
Mayor.
El pasado año ya no ocurrió
eso y para evitarlo, fueron los servicios municipales quienes se ocuparon de
tirar todas las flores para que nadie las cogiera. Este año, más de lo mismo y
yo me pregunto si vale la pena ofrendar este ramo a la Virgen para que
permanezca menos de veinticuatro horas expuesto y que luego se tire a la
basura, sin apenas dar tiempo para que el centro de Burriana se llene de ese
aroma embriagador que proporcionan las flores.
En Valencia el manto de la
Virgen se expone durante varios días para que los ciudadanos vean lo que se ha
hecho, se cuida para conservarlo y si hace mucho sol, se cubre la plaza con una
lona para que dure más.
Esta situación me ha hecho
recordar aquella frase de matar al mensajero. Hace ya casi dos años había en el
Pla un problema de ciertas personas que se sentaban en los bancos del jardín a
beber y hacer otras cosas y ante esta situación, poco ejemplarizante
especialmente para los niños, deciden eliminar los bancos en donde muchas
personas mayores se sentaban a tomar el sol quedando, a partir de ese momento,
únicamente los bancos de la Plaza Mayor, insuficientes para la cantidad de
personas que allí acuden en ciertas épocas del año y en horas determinadas.
Ahora, más de lo mismo para
que no se lleven los ramos de flores, los tiramos a la basura. Creo que esa no
es la solución, aunque mi pensamiento de poco sirve, más allá de ser el
vehículo de mi opinión y de mi razón particular.
Que bonito hubiera sido que
ayer domingo quienes circulábamos por el centro de Burriana que hubiéramos visto,
con más detalle, el trabajo realizado por Dualde y de esa forma comprobar el fervor que
los burrianenses tienen a su patrona a la cual le llevaron en ofrenda y, con
mucha emoción, una parte de su corazón convertido en una hermosa flor. Lastima que
sólo duraran unas horas gracias a la decisión de nuestros responsables
municipales a los cuales, quiero pensar, que no les falta esa sensibilidad que
a mi me gustaría.
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